¡Hasta siempre, Rosi!


Se'ns ha mort la Rosi. El 28 de setembre. Prematurament, quan li faltava poc per jubilar-se. Acompanyada i estimada pels seus. Vaig conèixer la Rosi i el seu amor de l'ànima, en Vicente, en unes eleccions a mitjans dels noranta. No recordo exactament quines. Jo hi feia d'interventor i se'm van presentar com a companys comunistes d'Astúries, que venien de Madrid, i que volien continuar treballant pel partit aquí, a Sant Feliu. De seguida ens vam fer amics, molt més enllà de la simple camaraderia política. Van venir al nostre casament, i la Cèlia i jo vam anar al seu. Vam compartir molts bons moments, i ara la mort, injusta, dura, freda, intransigent, se'ns l'ha emportat. Mentre tingui aquest blog obert, recordaré i homenatjaré els companys i les companyes de partit quan emprenen el darrer i definitiu viatge. Van fer tot el que van poder per la ciutat que estimaven, i aquestes paraules són només un petit retorn del seu treball pels seus ideals i per la seva ciutat.

Això és, més o menys, el que vaig dir quan la vaig acomiadar, amb l'emoció continguda, fa quatre dies al tanatori:

Rosi, ya ves, cuanta gente ha querido rendirte hoy su personal y último homenaje. Vicente, Charo, Fran, Aida, Tatiana, Marta, Yoryana; Katia, Nina, Julia y el resto de la familia, ya véis cuanta gente la quería, os quiere, os quiere acompañar en vuestro dolor, hacer un poquito menor vuestro desconsuelo. 

Rosi se hacía notar y se hacía querer. Desde el primer momento que llegásteis a Sant Feliu hace veinticinco años, procedentes de Madrid y de vuestra querida Asturias natal. 

Rosi se hacía notar por su forma de ser y yo creo que se hacía querer por su forma de hacer. Se hacía notar porque su presencia llenaba cualquier espacio en que estuviera: su voz, sus risas, su alegría, su vitalidad, incluso en las circunstancias más adversas. Incluso hasta el final, porque esa vitalidad ahogó y no dejó salir al dolor seguramente intenso que ya la corroía por dentro. 

Se hacía querer porque su empatía, su generosidad, su compromiso, su solidaridad, su amor nos alcanzaba a todos. En primer lugar y sobre todo, a su familia. Al gran amor contra viento y marea de su vida, a su Vicente. Y a sus cuatro hijas, sus parejas y las nietas que vinieron con ellas. Pero ese capacidad de amar no se encerró y se limitó a su casa, sino que nos llegó de una manera u otra a todos y a todas los que estamos aquí. Llegó a sus compañeros y compañeras del Partido, allá en Asturias y aquí en Sant Feliu, donde Rosi y Vicente han sido personas muy activas y queridas, en su lucha por los derechos de la clase trabajadora. Llegó a sus compañeras del Casal de la Dona, que la querían y valoraban por su lucha por los derechos de la mujer. A sus vecinos y vecinas de su escalera, de su barrio, de la escuela Monmany, la de Aida y Tatiana. Y esa forma de ser, de hacer, de amar, llegó hace años también a la residencia La Mallola, donde ahora trabajaba y donde estaba a punto de coger su jubilación, donde su cariño y respeto hacia los abuelos y las abuelas era infinito, como mi mujer y yo pudimos comprobar con el trato a nuestro tío cuando estuvo allí. 

Ahora Rosi se nos ha ido. Pero vamos a hacer todo lo posible para que no se nos vaya. Vamos a acompañar sobre todo a Vicente, que se queda huérfano de vida, y necesitará que estemos mucho a su lado. También a sus hijas, hijos y nietas, que vivirán con desconsuelo ese vacío con el que van a tener que convivir. Y vamos todos a hacer que no se vaya: teniéndola presente, hablando de ella, recordándola en los momentos y en las maneras como estuvo con nosotros, celebrando haberla conocida, celebrando haber compartido con ella un tramo largo y provechoso de nuestras vidas. 

Rosi, como ves, te queremos y te querremos porque has dejado una huella hermosa e imborrable en nuestras vidas. Descansa en paz, y da un abrazo enorme a tu padre, vuestro querido Manolín, allá donde sea que vayáis las personas buenas. Rosi, te has ido, pero te prometemos nunca te irás!!!

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