"Por alusiones", Jordi Pujol. (La Vanguardia, 29/07/08)
He recibido varias llamadas de personas de fuera de Catalunya. De Madrid, especialmente, pero también de Asturias, de Andalucía, etcétera. Manifiestan sorpresa por la tensión que hay entre Catalunya y el resto de España, a propósito del Estatuto y sobre todo, ahora, del tema de la financiación.
Lo hacen con una mezcla de sorpresa y de disgusto. Y a menudo me dicen "le echamos en falta". Y encadenan todo aquello de "usted sí que era un hombre de Estado".
Este tipo de comentario lo he oído durante los últimos años. Y no me complace. Es más, en cierto sentido me irrita. Porque como es lógico, en mi fuero interno pienso - y a menudo lo expreso- que si realmente piensan esto podían haber tenido conmigo, y con lo que yo representaba - sobre todo Catalunya- un trato y una actuación distintos. Y no dejar que a diestro y siniestro se propagara la idea de que "Pujol lo quiere todo". Y que "los catalanes son insaciables" o "son insolidarios".
Pero públicamente no he comentado nada sobre esto. No he expresado mi disgusto.
Hoy voy a hacerlo. Me empuja a hacerlo la creciente agresividad política y mediática que observo fuera de Catalunya, y - como gota que colma el vaso- las declaraciones que ayer oí de Griñán, hombre importante del PSOE, en España y en Andalucía. Leo que dice que "echa de menos a un Pujol en el tripartito, con cintura política y capaz de negociar con Madrid y de alcanzar acuerdos." Todo esto aliñado con acusaciones de "deslealtad" contra el conseller Castells y de estar conchabado con la derecha. No, Castells no está con la derecha, está con Catalunya y con la equidad, y esperemos que sea capaz de resistir la presión y lo siga estando.
Es de suponer que esta poca elegante utilización de mi nombre es fundamentalmente un dardo envenenado contra Castells y contra el president Montilla, y a través de esto contra la fortaleza de la posición negociadora catalana. En todo caso, lo que puede parecer un elogio a mi persona no creo que sea sincero y no lo agradezco.
No voy a entrar a fondo en la historia de estos últimos más de 25 años de discusión sobre la financiación autonómica. Sólo quiero recordar dos hechos interrelacionados: por una parte, la negativa - fuese cual fuese el color del gobierno- a publicar las balanzas fiscales, y por otra, la sistemática presentación de Catalunya como un país insolidario. En estos dos hechos ha participado mucha gente responsable, y muy responsable, de diversos sectores políticos y mediáticos españoles, de derechas y de izquierdas. Finalmente, al cabo de 25 años de reclamarlas, las balanzas se han publicado. Y el resultado es indiscutible: Catalunya aporta no menos del 9% de su producto interior bruto al resto de España. He trabajado durante bastantes años y en un alto nivel en el tema regional europeo y puedo afirmar que una aportación de esta magnitud al resto del Estado es totalmente excepcional. Puedo afirmar que en países que han hecho una política generosa y eficaz de equilibrio territorial y de desarrollo generalizado nadie hace una aportación de este calibre ni nadie por ello retrocede hasta cinco puestos en el ranking de la renta por cápita. Y en cuanto a ingresos nadie se sitúa por debajo de la media estatal. Y ningún Estado lleva las cosas al extremo de que zonas que contribuyen al fondo solidario corran el riesgo de perder competitividad, dentro y sobre todo fuera del Estado. Pero hay más: negarse a publicar las balanzas fiscales ha sido un acto de ocultación y de carencia de transparencia. Y por consiguiente de carencia democrática.
Y es un argumento absurdo - que sería ridículo si no fuese un intento de crear confusión en un tema tan delicado- decir que esto es un ejercicio puramente académico que para nada hay que tener en cuenta cuando se discute la financiación autonómica. ¿O es que una mala financiación no contribuye también al déficit fiscal? O imaginemos que unos competentes profesores universitarios - académicos por consiguiente- por encargo del gobierno hacen un estudio que demuestra que las aportaciones a la Seguridad Social para el futuro pago de las pensiones es deficitaria, y que por consiguiente hay que incrementarlas, ¿se dirá que esto no tiene importancia porque es un estudio académico?, ¿que no hay que hacer caso de él?
En todo caso hay que preguntarse: ¿se puede drenar sistemáticamente casi el 10% del PIB de un país y esperar que sea competitivo y - tan o más importante- que pueda mantener el nivel necesario de sus servicios sociales, de la atención a su gente?
Llevo sobre mis espaldas mucha experiencia de lo que es este tipo de negociaciones.
Y por consiguiente estoy en condiciones de advertir algo nuevo en lo actualmente en curso. En primer lugar, finalmente se han publicado las balanzas fiscales. A regañadientes y diciendo que no hay que tenerlas en cuenta. Y son contundentes. ¿Se seguirá hablando de la insolidaridad catalana? En segundo lugar, la acumulación de déficit hace que el riesgo de involución social en Catalunya, y también el de pérdida de competitividad, sea más evidente que nunca. Y ello ha movilizado a la sociedad catalana con mayor energía que nunca. En tercer lugar, nunca había habido sobre este particular tanta unidad de las fuerzas políticas catalanas.
Yo no tuve nunca tanto apoyo político, porque la oposición - entonces sobre todo el PSC, pero también el PP- no tuvo la reacción positiva, de bien común e interés general que ahora tienen sobre todo Mas y CiU.
Y ha habido más cambios, en la realidad y en la percepción de las cosas. Como decía una viñeta de La Vanguardia,ahora ya el problema no es sólo la financiación. Es que a través de esto, de la forma como se ha tratado el tema desde fuera, desde Madrid y en general desde el resto de España, Catalunya tiene una muy arraigada sensación de falta de respeto y consideración, de engaño sistemático. Ahí está la raíz de lo que el president Montilla llamó el riesgo del desafecto de Catalunya respecto a España.
Una última reflexión. Es cierto que personalmente y también CiU durante 30 años hemos procurado no sólo ser solidarios - que lo hemos sido- , sino actuar positivamente en el conjunto de España. Es cierto que hemos contribuido de una forma importante a lo que dimos en llamar la estabilidad, la gobernabilidad y la continuidad en lo esencial de la política y de la economía de España.
Es cierto que nos complacería que esto fuese reconocido a Catalunya y no oculto que a mí mismo. Que se nos tratara con objetividad y justicia. Pero por lo menos en lo personal una cosa quiero dejar clara: agradeceré que no me utilicen.
Jordi Pujol i Soley.
Només un mot per afegir-hi: chapeau!
Lo hacen con una mezcla de sorpresa y de disgusto. Y a menudo me dicen "le echamos en falta". Y encadenan todo aquello de "usted sí que era un hombre de Estado".
Este tipo de comentario lo he oído durante los últimos años. Y no me complace. Es más, en cierto sentido me irrita. Porque como es lógico, en mi fuero interno pienso - y a menudo lo expreso- que si realmente piensan esto podían haber tenido conmigo, y con lo que yo representaba - sobre todo Catalunya- un trato y una actuación distintos. Y no dejar que a diestro y siniestro se propagara la idea de que "Pujol lo quiere todo". Y que "los catalanes son insaciables" o "son insolidarios".
Pero públicamente no he comentado nada sobre esto. No he expresado mi disgusto.
Hoy voy a hacerlo. Me empuja a hacerlo la creciente agresividad política y mediática que observo fuera de Catalunya, y - como gota que colma el vaso- las declaraciones que ayer oí de Griñán, hombre importante del PSOE, en España y en Andalucía. Leo que dice que "echa de menos a un Pujol en el tripartito, con cintura política y capaz de negociar con Madrid y de alcanzar acuerdos." Todo esto aliñado con acusaciones de "deslealtad" contra el conseller Castells y de estar conchabado con la derecha. No, Castells no está con la derecha, está con Catalunya y con la equidad, y esperemos que sea capaz de resistir la presión y lo siga estando.
Es de suponer que esta poca elegante utilización de mi nombre es fundamentalmente un dardo envenenado contra Castells y contra el president Montilla, y a través de esto contra la fortaleza de la posición negociadora catalana. En todo caso, lo que puede parecer un elogio a mi persona no creo que sea sincero y no lo agradezco.
No voy a entrar a fondo en la historia de estos últimos más de 25 años de discusión sobre la financiación autonómica. Sólo quiero recordar dos hechos interrelacionados: por una parte, la negativa - fuese cual fuese el color del gobierno- a publicar las balanzas fiscales, y por otra, la sistemática presentación de Catalunya como un país insolidario. En estos dos hechos ha participado mucha gente responsable, y muy responsable, de diversos sectores políticos y mediáticos españoles, de derechas y de izquierdas. Finalmente, al cabo de 25 años de reclamarlas, las balanzas se han publicado. Y el resultado es indiscutible: Catalunya aporta no menos del 9% de su producto interior bruto al resto de España. He trabajado durante bastantes años y en un alto nivel en el tema regional europeo y puedo afirmar que una aportación de esta magnitud al resto del Estado es totalmente excepcional. Puedo afirmar que en países que han hecho una política generosa y eficaz de equilibrio territorial y de desarrollo generalizado nadie hace una aportación de este calibre ni nadie por ello retrocede hasta cinco puestos en el ranking de la renta por cápita. Y en cuanto a ingresos nadie se sitúa por debajo de la media estatal. Y ningún Estado lleva las cosas al extremo de que zonas que contribuyen al fondo solidario corran el riesgo de perder competitividad, dentro y sobre todo fuera del Estado. Pero hay más: negarse a publicar las balanzas fiscales ha sido un acto de ocultación y de carencia de transparencia. Y por consiguiente de carencia democrática.
Y es un argumento absurdo - que sería ridículo si no fuese un intento de crear confusión en un tema tan delicado- decir que esto es un ejercicio puramente académico que para nada hay que tener en cuenta cuando se discute la financiación autonómica. ¿O es que una mala financiación no contribuye también al déficit fiscal? O imaginemos que unos competentes profesores universitarios - académicos por consiguiente- por encargo del gobierno hacen un estudio que demuestra que las aportaciones a la Seguridad Social para el futuro pago de las pensiones es deficitaria, y que por consiguiente hay que incrementarlas, ¿se dirá que esto no tiene importancia porque es un estudio académico?, ¿que no hay que hacer caso de él?
En todo caso hay que preguntarse: ¿se puede drenar sistemáticamente casi el 10% del PIB de un país y esperar que sea competitivo y - tan o más importante- que pueda mantener el nivel necesario de sus servicios sociales, de la atención a su gente?
Llevo sobre mis espaldas mucha experiencia de lo que es este tipo de negociaciones.
Y por consiguiente estoy en condiciones de advertir algo nuevo en lo actualmente en curso. En primer lugar, finalmente se han publicado las balanzas fiscales. A regañadientes y diciendo que no hay que tenerlas en cuenta. Y son contundentes. ¿Se seguirá hablando de la insolidaridad catalana? En segundo lugar, la acumulación de déficit hace que el riesgo de involución social en Catalunya, y también el de pérdida de competitividad, sea más evidente que nunca. Y ello ha movilizado a la sociedad catalana con mayor energía que nunca. En tercer lugar, nunca había habido sobre este particular tanta unidad de las fuerzas políticas catalanas.
Yo no tuve nunca tanto apoyo político, porque la oposición - entonces sobre todo el PSC, pero también el PP- no tuvo la reacción positiva, de bien común e interés general que ahora tienen sobre todo Mas y CiU.
Y ha habido más cambios, en la realidad y en la percepción de las cosas. Como decía una viñeta de La Vanguardia,ahora ya el problema no es sólo la financiación. Es que a través de esto, de la forma como se ha tratado el tema desde fuera, desde Madrid y en general desde el resto de España, Catalunya tiene una muy arraigada sensación de falta de respeto y consideración, de engaño sistemático. Ahí está la raíz de lo que el president Montilla llamó el riesgo del desafecto de Catalunya respecto a España.
Una última reflexión. Es cierto que personalmente y también CiU durante 30 años hemos procurado no sólo ser solidarios - que lo hemos sido- , sino actuar positivamente en el conjunto de España. Es cierto que hemos contribuido de una forma importante a lo que dimos en llamar la estabilidad, la gobernabilidad y la continuidad en lo esencial de la política y de la economía de España.
Es cierto que nos complacería que esto fuese reconocido a Catalunya y no oculto que a mí mismo. Que se nos tratara con objetividad y justicia. Pero por lo menos en lo personal una cosa quiero dejar clara: agradeceré que no me utilicen.
Jordi Pujol i Soley.
Només un mot per afegir-hi: chapeau!
Comentaris
soy luis rodenas
estic d'acord amb tu. encara que sigui en un blog personal, no hi ha cap excusa
Jo em crec que ell no volia perjudicar a extremadura pero no va valorar la magnitud que tindria el seu cartell.De totes maneres nosaltres mateixos els catalans que vivim i treballem aqui, cada dia tindriem de exigir que altres persones i mitjans de comunicació de l´estat espanyol ens demanesin perdo i NO HO FAN.
¡Cuánto tiempo sin saber de ti! ¿Cómo te van las cosas? Me ha hecho ilusión ver que sigues las cosas de Sant Feliu y de Iniciativa desde tan lejos. ¡Gracias, Luis!
Lo del cartelito de marras es una broma desafortunada de alguien que, con buena intención, ha metido la gamba hasta el fondo. Total, yo me quedé sin palabras al verlo y esto, en mi opinión, no tiene excusas. Él mismo se ha dado cuenta y se ha disculpado. Ahora hay que vigilar que el tema se quede en eso, en una anécdota desafortunada, y que la gente que no cree en aquello de "cuanto peor, mejor" se dé cuenta que tenemos un problema que resolver (una financiación insuficiente en Cataluña para atender nuestras necesidades sociales, hablemos en catalán, castellano o swahili) y que hay que hacerlo con seriedad, lealtad y calma.
¡Un abrazo, Luis!