"La dictadura socialcomunistarra", Javier Gallego. El Diario.es, 09/12/20..
A ver si lo he entendido bien. Vivimos en una dictadura comunista en la que la derecha y la ultraderecha tienen representación parlamentaria y gobiernan en ayuntamientos y comunidades. El partido de la Ley Mordaza dice que la izquierda amordaza. No tenemos libertad de expresión pero la oposición puede llamar libremente dictador al presidente y criminal al Gobierno y unos militares franquistas pueden firmar un manifiesto en contra y hablar de fusilar a 26 millones de rojos y separatistas hijos de puta y pedir que vuelva el fascismo.
A ver si lo he entendido bien. La televisión pública está intervenida por los soviets, no obstante la oposición sale a diario en la televisión pública acusando al Gobierno de tenerla intervenida. El PP bloquea desde hace dos años la renovación de la Justicia, pero asegura que el Ejecutivo tiene secuestrado al Poder Judicial. Pablo Iglesias está convirtiendo España en Venezuela pero el líder de la oposición venezolana se viene a vivir a nuestro país. El Gobierno quiere acabar con la monarquía, sin embargo, le suben la asignación. La Corona está amenazada por culpa de los bolcheviques, no porque el rey emérito y su familia usaran tarjetas opacas y evadieran impuestos. Juan Carlos se ha ido por culpa de los rojos, no por sus negocios.
A ver si lo entiendo, que me está costando. Estamos en manos de ETA, aunque ETA no existe. Estamos en manos de los golpistas separatistas pero los políticos y activistas catalanes siguen en la cárcel. Estos son los presupuestos de socialcomunistarras pero son los presupuestos con más apoyos diversos de la democracia, incluidos nacionalistas de derechas. El Gobierno ataca la libertad de enseñanza porque potencia la escuela pública de todos, frente a las subvenciones a la privada católica. Dice Losantos que vuelve el comunismo, pero no nacionalizan ni expropian ni derogan la reforma laboral ni queman iglesias. Menuda decepción de dictadura socialcomunistarra. Esto con Stalin no pasaba.
No es que no lo entienda, lo entiendo perfectamente. No vienen los rojos, es que no se van los franquistas. No estamos en un régimen comunista, es que la derecha y la ultraderecha, que ya no hay quien las distinga, no aceptan la derrota en las urnas y les cuesta aceptar la democracia misma, por eso crean un clima de crispación irrespirable para intentar que el Gobierno caiga. No hay una degradación democrática, al contrario, tenemos la mayor pluralidad parlamentaria de nuestra Historia y la prensa goza de libertad plena y de hecho, es de mayoría conservadora.
La degradación de las instituciones la provoca quienes dicen defenderlas. Nadie está haciendo más contra la monarquía que el rey emérito y el silencio de su hijo cuando calla ante sus escándalos o cuando los militares franquistas le apelan. Nadie está maltratando más la Justicia que el PP que la bloquea y controla para intentar salvarse en sus múltiples causas. Nadie ha degenerado más el Estado que los populares con su corrupción y sus cloacas. Nadie está envileciendo más la política que quienes llaman dictadura a la democracia y rebajan el debate político con falacias. Nadie destruye más la patria que los salvapatrias que buscan el enfrentamiento y el caos para sacar tajada. Que el país se hunda, que ellos lo salvan.
Por eso sacan los sables. Para hacer ruido. El ruido de sables de los militares jubilados sería una anécdota si no fuera el eco del ruido mediático y político de la derecha. Lo que les pasa es que se han quedado más solos que nunca en el Congreso en la aprobación de los presupuestos y saben que les quedan tres años de legislatura con un Gobierno de izquierdas que tiene más respaldo ahora que en la investidura. No lo soportan, siempre han pensado que el poder les pertenece por cuna, como a la Corona. Seguirán desenvainando el sable y amagando el golpe, porque saben que eso desestabiliza. La buena noticia es que no tienen 26 millones de balas, como decía uno en el chat golpista. Que son muchos menos que la mayoría plural y diversa que quiere dejar atrás las sombras.
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